«La sombra del viento», C. Ruiz Zafón

Este libro lo leo en el verano del 2005. Al principio se hace un poco lento, hay que tener en cuenta que son 576 páginas de libro, y no en edición de bolsillo, con lo que pesa lo suyo y mantenerlo firme en la cama o cualquier otro sitio tiene su mérito. Pero a medida que uno se adentra en la trama las páginas van pasando con más rapidez, y cuando se va intuyendo un desenlace es cuando entran esas ganas de no parar de leer hasta terminarlo.

El estilo del autor es muy compacto, muy elaborado a la forma clásica, escribe muy bien. En algún lugar leo que está influenciado por Dostoieski, Dickens y si me recuerda a «Crimen y Castigo». Los personajes están bien elaborados con un fuerte componente psicológico bien trabajado. El personaje de Fermín Romero de Torres es de antología. A veces se pregunta uno de donde puede sacar el autor los dichos, pensamientos y perífrasis que utiliza este singular y entrañable personaje.

En multitud de ocasiones también asoman definiciones y descripciones que rozan lo poético, sobre todo al describir paisajes, entornos y condiciones climatológicas.

La trama está muy trabajada, recordando en muchos momentos, un guión cinematográfico, donde lo que en un principio parece que va a ser una novela con ciertos tientes mágicos y poéticos se tornará en una novela realista cuya trama queda bien anclada en lo que podría ser una realidad.

En la web oficial del libro (http://www.lasombradelviento.net/) se pueden descargar los dos primeros capítulos y nos dan los siguientes resúmenes del libro y personajes:

El Libro:

Un amanecer de 1945, un muchacho es conducido por su padre a un misterioso lugar oculto en el corazón de la ciudad vieja: el Cementerio de los Libros Olvidados. Allí, Daniel Sempere encuentra un libro maldito que cambiará el rumbo de su vida y le arrastrará a un laberinto de intrigas y secretos enterrados en el alma oscura de la ciudad.

La Sombra del Viento es un misterio literario ambientado en la Barcelona de la primera mitad del siglo XX, desde los últimos esplendores del Modernismo hasta las tinieblas de la posguerra. La Sombra del Viento mezcla técnicas de relato de intriga, de novela histórica y de comedia de costumbres, pero es, sobre todo, una tragedia histórica de amor cuyo eco se proyecta a través del tiempo. Con gran fuerza narrativa, el autor entrelaza tramas y enigmas a modo de muñecas rusas en un inolvidable relato sobre los secretos del corazón y el embrujo de los libros, manteniendo la intriga hasta la última página.

Los personajes:

DANIEL SEMPERE. Hijo de un librero de la calle Santa Anna y propietario, desde 1945, del único ejemplar de una fascinante novela de un desconocido escritor a quien seguirá la pista, arriesgando su vida.

JULIÁN CARAX. Misterioso autor de novelas condenadas al olvido y la destrucción. Se sabe que fue hijo de un sombrerero y que malvivió en París antes de la guerra civil.

LAÍN COUBERT. Personaje que encarna el diablo en la novela de Julián Carax. Ha salido de la ficción y acecha a Daniel Sempere en la realidad.

GUSTAVO BARCELÓ. Dueño de una librería cavernosa en la calle Ferran, miembro de la flor y nata del gremio de libreros de viejo, con tertulias bibliófilas en Els Quatre Gats. Aunque ha nacido en Caldes de Montbui, afirma ser descendiente de lord Byron. Está seriamente interesado en el ejemplar de Daniel de La Sombra del Viento.

FERMÍN ROMERO DE TORRES. Mendigo de gran locuacidad, afirma que ha estado preso en los sótanos de Montjuïc por su relevante papel de espía antes de la guerra civil. «Yo era el hombre de Macià en La Habana.»

JAVIER FUMERO. Mercenario que al final de la guerra asciende a policía torturador en los sótanos de Montjuïc.[1]

A continuación saco algunas de las frases y descripciones que me llamaron la atención:

Respecto a Tomás Aguilar, un chaval que promete como inventor pero con pocas dotes sociales, argumenta Fermín Romero de Torres:

“El hombre, como buen simio, es animal social y en él priva el amiguismo, el nepotismo, el chanchullo y el comadreo como pauta intrínseca de conducta ética… Es pura biología.”  Pág 116.

El relojero del barrio, hombre bueno y formal. Pero que de vez en cuando le gusta vestirse de ‘faraona ‘ y tiene ciertas apetencias homosexuales, una vez es detenido y apaleado:

“Pobrecillo, si es mas bueno que el pan y no se mete con nadie. ¿Que le gusta vestirse de faraona y salir a cantar? ¿Y qué más dará? Es que la gente es mala.

– Mala no –objetó Fermín-. Imbécil, que no es lo mismo. El mal presupone una determinación moral, intención y cierto pensamiento. El imbécil o cafre no se para a pensar ni a razonar. Actúa por instinto, como bestia de establo, convencido de que hace el bien, de que siempre tiene la razón y orgulloso de ir jodiendo, con perdón, a todo aquel que se le antoja diferente a él mismo, bien sea por color, por creencia, por idioma, por nacionalidad o, como en el caso de Don Federico, por sus hábitos de ocio. Lo que hace falta en el mundo es más gente mala de verdad y menos cazurros limítrofes.” Pág. 186.

Un cura que ejerce de profesor:

“Años de profesorado le habían dejado aquel tono firme y didáctico de quien está acostumbrado a ser oído, pero se pregunta si es escuchado” Pág. 241.

Don Ricardo Aldaya, el empresario rico y pudiente de Barcelona:

“Su mano diestra sujetaba las riendas de la banca y de las propiedades territoriales de media provincia. La siniestra, siempre en activo, tiraba de los hilos de la diputación, el ayuntamiento, varios ministerios, el obispado y el servicio portuario de aduanas”. Pág. 244.

El mismo Don Ricardo, felizmente casado, por conveniencias, cuyo apetito es por todas menos por su legítima:

“ ..la reputación donjuanesca del industrial y de su voraz apetito por las delicias del género femenino sin distinción de casta o condición, al que sólo su santa esposa parecía inmune”. Pág 319.

Aunque la legítima sea como a continuación se detalla:

“He tenido tres conversaciones con ella en mi vida, y de ellas extraje dos conclusiones: uno, la señora Aldaya tiene una edad mental de doce años; dos padece de un narcisismo crónico que le imposibilita ver o comprender cualquier cosa que no sea lo que quiere ver o creer, especialmente en referencia a ella misma.” Pág 330.

Ante una paliza tremenda que recibe Fermín, es incapaz de mantener el reposo que le recomiendan:

“-Usted se va ahora mismo a la cama, Fermín, por el amor de Dios –dijo mi padre horrorizado.

– Ni hablar. Las estadísticas lo demuestran: mas gente muere en la cama que en la trinchera.

– Bueno, pero si le veo levantar cualquier cosa que no sea un lápiz, me va a oír.

– A sus órdenes. Tiene usted mi palabra de que yo hoy no levanto ni sospecha.” Pág. 357

Sobre la vida de los mendigos, Fermín que era uno de ellos opina:

“La vida en la calle es corta. La gente te mira con asco, incluso los que te dan limosna, pero eso no es nada comparado con la repugnancia que uno se inspira a si mismo. Es como vivir atrapado en un cadáver que camina, que siente hambre, que apesta y que se resiste a morir.” Pág 385.

Así describe el autor un disparo que recibe uno de los personajes:

“No sintió dolor, ni fuego. El impacto, como un martillazo sordo que se llevó el sonido y el color de las cosas, le lanzo contra la cristalera. Al atravesarla y advertir que un frío intenso le trepaba por la garganta y la luz se alejaba como polvo en el viento…” Pág 486

O esta otra, de un disparo que recibe el protagonista:

“Sentí que mis pies se levantaban del suelo pero nunca llegué a recobrar el contacto. El mundo se había congelado en el aire. El estruendo del disparo me llegó lejano, como eco de tormenta que se aleja. No hubo dolor. El impacto del disparo me atravesó las costillas. La primera llamarada fue ciega, como si una barra de metal me hubiese golpeado con furia indecible y me hubiese propulsado en el vacío un par de metros, hasta derribarme en el suelo. No sentí la caída, aunque me pareció que las paredes convergían y el techo descendía a toda velocidad como si ansiara aplastarme.” Pág. 550.


[1] Transcripción de la web oficial del libro. http://www.lasombradelviento.net/

jsaez

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