«Oxford 7». Pablo Tusset

Me ha sorprendido gratamente. No es del estilo que los anteriores libtos, es una novela de ciencia ficción bien construida con algunas ideas originales. No tiene la carga de ironía habitual en las obras de Tusset, aunque tiene algunos toques y guiños de ironía a la realidad actual.

Escrita poco antes del 15M, pareciera que dicho movimiento fuera el que le impulsa a escribir esta obra.

A continuación presento algunas frases y párrafos que muestran ideas originales o significativas del libro:

  • En la estación universitaria  orbital Oxford 7, todos sufren un ferreo control gracias a un chip subcutáneo insertado en la base del biceps que es obligatorio si se desea que el seguro médico cubra los gastos de ralentización del envejeciiento que permite vivir hasta los 150 años. También almacena las multas e infraciones pendientes de cada individuo. En cualquier control policial las personas prefieren declarar sus culpas, pues dificil es saber si no se tiene ninguna. Tusset remata esta idea con la siguiente frase en la página 14:

«Es una buena  manera de conseguir que todo el mundo se autoinculpe en defensa propia» 

  • Los seguros médicos ofrecen diversas ofertas en base a los limites de hábitos sanitarios dispuestos a cumplir y que controlan si se cumplen gracias al chip subcutaneo. En la página 29, Rick, el traficante de tabaco y viajes orbitales de bajo precio, comenta su plan contratado con el encargado de un bar que solo puede servir lo que el chip le autorice:

«¿Tiene a mano el seguro médico? No es nada personal, tengo que pedírsela a todo el mundo.

– Claro -dice Rick, y saca del bolsillo interior de su chaqueta la tarjeta de Solar Metlife con clave falsa.

El encargado se aleja para pasarla frete al lector. Aparecen los parámetros contratados y comprueba el nivel de alcolemia que cubre la póliza. No puede evitar silbar al ver la cifra: 0,3 gramos de alcohol por litro de sangre. después sirve el vasito de cerveza lleno hasta el borde.«

En la página 157, se describe un informe sobre un ‘delicuente’ en el que debido a su caracter antisocial y con las posibilidades de reinserción

«…se desaconseja taxativamente la administración de tratamientos hormonales de retraso del envejecimiento«

  • La diversidad de estudios no es una evolución de la actuales carreras universitarias, como por ejemplo se enumeran en la página 108, cuando se comentan los estudios de los que principalmente proviene los estudiantes que acuden a una manifestación convocada contra la rectora Deckard:

«El ambiente ya no es de euforia entre los que quedan, los más comprometidos, casi todos del Corona Australis, estudiantes de cine, de música, de artes plásticas precomputacionales, también algunos de ingeniería emocional y de psiquiatría estadística«

  • El arte, el amor, el sexo, son conceptos que han evolucionado en Oxford 7, en la página 122, la rectora Deckard y el profesor Palaiopoulos, líder de los disidentes, discuten sobre estos temas:

«– Puede que sea peor fijarse en las palabras que ya no se usan.

– A qué palabras se refiere.

¿Cuanto hace que no oye pronunciar la palbra «arte»?

– Ah, el arte… -dice Deckard-. La forma más degradada de trabajo humano… Quizá fuera una buena terapia en su tiempo. Pero quien necesita dedicarse al arte cuando la psiquiatría dispone de los fármacos adecuados. Y en cualquier caso, quien quiere pagarle derechos de autor a un neurótico por lo que puede hacer una máquina.

– Y qué me dice de la palabra «amor»…

– También dejó de ser útil hace tiempo, ¿no le parece?

– Eso es lo malo: primero redujeron el amor al sexo, y luego convirtieron el sexo en un deporte que se practica en una sala de realidad virtual.

Deckard sonrie:

– «Redujeron», «convirtieron»… ¿Quiénes redujeron y convirtieron? Ha visto usted demasiadas películas planas, profesor.»

  • La moraleja final es un poco en tono pesimista al modo de Blade Runner, y presenta unas reflexiones muy al hilo de la actualidad reinante en estas fechas. En la página 261:

«- El sistema… -dice Rick-. Ir contra en contra del sistema forma parte del sistema.

Marcuse piensa.

– Yo he pronunciado alguna vez esas palabras, pero en realidad no sé qué significan- dice.

– Porque todavía no has entendido el juego. Ahora quisieras mover el alfil blanco y la torre negra, estar unas veces con Palaiopoulos y otras con Deckard. Blancas y negras están en el mismo tablero, pero el juego consiste en estar en un bando o en el otro, y nunca debes poner en duda que la división entre ambos sea nítida.

– ¿Y por qué no tres bandos, o cinco, o siete?

– Porque una guerra a siete bandos es un sistema sumamente inestable que tiende a simplificarse.

– ¿Y si uno no está completamente de acuerdo con ninguno de los dos bandos,  o un poco con cada uno?

– Entonces tiene un problema.

¿Y cuál es la solución? -dice.

Rick se encoge de hombros:

Zafarse- dice- . Dejar que se maten entre ellos. No trates de hacerlos entrar en razón, no argumentes, no quieren escucharte, y aunque quisieran no te entenderían.

– Entonces qué…

Vive tu vida y trata de ser feliz – dice- . Puedes ayudar a alguien que te quede cerca, pero no te empeñes en arreglar el mundo entero. En realidad el mundo no funciona mal: simplemente es así, bueno, malo y regular, todo a la vez.

– ¿Eso es todo?, ¿en eso consiste la vida adulta? ¿en ocuparse sólo de la propia felicidad?

– Si lo intentas verás que eso ya es lo bastante emocionante.

– ¿Y cómo se hace?

Rick bosteza:

– Querido Adso, si tuviera respuesta para todo estaría enseñando Ingeniería Emocional en Oxford 7.»

  • Y después de la lección moral de un viejo luchador como Rick, el joven estudiante Marcuse, reflexiona en la página final:

«… cuando algún día se licencie y abandone la universidad con su título de ingeniero emocional, preferirá buscar trabajo y vivir en otra estación espacial. Una estación es infinitamente más humana que Earth, del mismo modo que una cabaña es más humana que una cueva. No hay hogar más cálido para el hombre que el que él mismo se construye a su medida. En realidad, el único inconveniente de las estaciones espaciales es que resulte tan dificil aparcar.

– Mierda -dice en voz alta-: tengo que pagar el impuesto trimestral de circulación.«

jsaez

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